Creada por el hijo de Hayao Miyazaki, produjo roces entre ambos ya que Hayao pensaba que Goro no tenía capacidad para dirigir una película de animación.
Y tengo que darle la razón. Muy lejos de la genial obra de su padre, emplea trazos simples para contarnos una historia también simple y poco profunda, nada que ver con aquel maravilloso Castillo Ambulante. No tiene momentos emocionantes, y en tramos se vuelve aburrida y hasta tediosa.
La producción usa el nombre de su padre para su publicidad, no debería hacerlo. Creo que Hayao ya ha perdonado a su hijo.