Me atraía la historia y la decepción ha sido muy grande. No me ha gustado ni el ritmo, ni la forma de narrar que Fajardo se inventa, atribuyéndoselo a un tonelero (con el que sin duda se identifica) que escribe una carta a su hermano. Lo de la indigena Nayala es infantil, y casi vergonzoso, sobre todo, después de ver la dedicatoria inicial.
Muy poco aconsejable.