
Pero su maquetación es tan espectacular, que es casi un fetiche. Solo El Mundo del Spectrum puede rivalizar con él, y no tengo claro quién terminaría ganando el premio al mejor.
El grueso del libro lo conforma un somero repaso a los videojuegos que todos recordamos. Nada nuevo que leer, si eres un fan muy fan.
Lo dicho, fetichismo puro. Maldita nostalgia.